

La mayor parte de las personas actuarán como cuidadores o necesitarán que se les cuide en algún momento de su vida, especialmente cuando llegan a los adultos mayores.
El cuidador es quien presta ayuda y atenciones básicas a otras personas débiles, incapacitadas o enfermas que así lo necesiten. Los cuidadores llevan a cabo numerosas tareas para auxiliar a los pacientes en la vida cotidiana por ejemplo, llevar las cuentas del talonario de cheques, comprar los víveres, llevarles a las consultas médicas, administrar los medicamentos o ayudarles a comer, bañarse y vestirse.
Muchos familiares y amigos no consideran que este tipo de ayuda los clasifique como “cuidadores”, pues sólo hacen lo que les nace espontáneamente: atender a un ser querido. Pero este tipo de atención puede prolongarse durante meses o años, y puede tener un gran coste emocional, físico y económico para las familias que cuidan a sus enfermos.
Sabemos que los trastornos cognitivos y de la memoria pueden cambiar la manera en que el paciente piensa, actúa o siente. Estos cambios suelen presentar enormes desafíos para las familias y los cuidadores. Una simple conversación, por ejemplo, puede resultar muy frustrante cuando el ser querido olvida de un momento a otro lo que se ha hablado.
Las personas que padecen de demencia moderada o grave, o de otros trastornos cognitivos, muchas veces requieren un cuidado especial que incluya la supervisión (a veces 24 horas al día), técnicas especiales de comunicación y la solución de conductas problemáticas. Puede que necesiten ayuda para realizar las actividades de la vida cotidiana, como bañarse, comer, pasar de la cama a una silla o silla de ruedas, arreglarse, etc.
Cómo atender a las conductas problemáticas
Los pacientes con trastornos cognitivos pueden mostrar toda una gama de conductas problemáticas que resultarán muy frustrantes. Entre ellas están las dificultades para comunicarse, perseverancia (insistencia o repetición de una misma idea o actividad), conductas agresivas o impulsivas, paranoia, falta de motivación, problemas de la memoria, incontinencia, problemas del razonamiento y deambulación.
De la misma manera, algunos pacientes pueden presentar las conductas problemáticas desde el inicio, mientras que otros pueden atravesar todo el curso de la enfermedad con sólo unos pocos problemas. La mayor parte de los pacientes con trastornos cognitivos se sitúan en algún punto intermedio, con días buenos y días malos (o incluso momentos buenos y momentos malos).
Si usted acepta de antemano que habrá altibajos, y si logra mantener la paciencia, la compasión y el sentido del humor, podrá enfrentar con mayor eficacia las conductas problemáticas. Es importante recordar que la causa del problema está en la enfermedad y no en la persona.
Entre otras sugerencias útiles para enfrentar estos problemas está la de emplear nuevas técnicas de comunicación, como hablarle al paciente con palabras sencillas y hacerle una sola pregunta en cada momento. Descomponga las tareas y preguntas complejas en pasos sencillos. Por ejemplo, en lugar de preguntar: “¿Quieres entrar para sentarte y merendar?”, emplee órdenes sencillas como “Siéntate” y “Aquí tienes la merienda”.
La deambulación y la incapacidad para tomar decisiones correctas pueden indicar la necesidad de supervisar al paciente 24 horas al día. Si la deambulación o las conductas agresivas constituyen un problema, es posible que deba comunicarse con los servicios de emergencias, policía, incendios o atención médica.